La quietud de la gente en los poblados, desparecidos de las calles, entregándose al sueño, al amor, a la comida, a la música, a vivir en la quietud de sus casas.
Quizás en alguna esquina se encuentre el amante ansioso, esperando que su amada se escurra entre las sombras, acechando el instante en que sus ojos vislumbren su llegada y los sorprenda para entregarse al deseo, escondidos del mundo.
¡Cuánta belleza veo a estas horas! Simplemente observo y disfruto, mientras recorro expectante estos kilómetros, deseando que mi viaje siga tan placentero, como ahora lo siento, mientras veo la paz y la armonía de la naturaleza.