Te digo suavemente, ¿cómo estás?
Me contestas que cansado, entiendo tu sentir. A veces también a mí el alma se me cansa, se siente fastidiada y un poco decepcionada. Pero, sabes perfectamente que yo estoy aquí, al otro lado de la línea, al leer de un mensaje, estoy esperando que respondas al deseo que siento.
Estoy aquí, buscando la luz en tu mirada, el mundo en tus ojos, estoy esperando esa palabra donde me dices que me extrañas.
Estoy aquí, rebosante de sueños, burbujeante de chispas de colores, de amor apenas despierto, de ilusiones.
Estoy aquí, inmersa en el frío de la noche, buscando el calor de tu mirada, el ardor de tus labios, y ese abrazo de fuego que me entregas al hacerme tuya.
Estoy aquí, desde ayer, desde hace tiempo, soñando ese mundo que imagino, escuchando palabras que escucho con tu voz, en mis noches de desvelos, en mis noches solitarias sin tu cuerpo al lado mio.
Abriéndote mis brazos, estoy al lado del camino, acompañándote el paso hacia tu destino, estoy en mi sendero, con mi paso tranquilo, apoyando tu tarea y dándote mi aliento para seguir caminando.
Abriéndote mi alma para que sueñes ser mi dueño, que me busques y quieras compartir mis proyectos, acompañarme en ellos y contarme en tu vida, en este: nuestro tiempo.
Mi duende que me dicta desde mi corazón, me dice que estas cerca, que vienes a mí, amor.
Yo estoy aquí, segura, de que pronto estarás entregándome tu abrazo, y tu fuego prohibido, que se convierte en lazo, el que arregla y repara dolores, y hasta ausencias, el que cura con amor todas las penas, y regresa las ganas de ser yo, puro amor en mi alma, y en mis ojos te muestro que mi ser te acompaña.
Una luz tan brillante es la que me envuelve, es la que te dirá que guardo en mí un secreto, que me convierte toda en una hoguera de amor y me lleva a tus brazos dulcemente, y sin prisas te espero con el corazón abierto.
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